Page 14 - Edición final para libro digital
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bandos, Fatma perdió los nervios. Su obsesión por estar en el acom-
pañamiento de su padre era tal que, llevada por la desesperación
y la histeria, intentó traspasar el control echándose a correr en un
descuido de sus vigilantes. Su temeridad casi le cuesta la vida, ya que
los soldados tenían orden de disparar a cualquiera que osase saltarse
la vigilancia. Fue uno de los jóvenes reclutas que la acompañaban
quien evitó que aquellos soldados abatiesen a tiros a la afligida Fat-
ma, interponiédose entre estos y la chica mientras su compañero
conseguía alcanzar a la llorosa joven y regresar con ella al puesto.
Finalmente, a pesar del enorme deseo de asistir al funeral y de todos
sus esfuerzos por lograrlo, Fatma no consiguió cruzar la linde. La
encomienda era muy clara: No permitir a nadie entrar o salir de
Gaza bajo ningún pretexto. El permiso obtenido en Tel Avid para
hacer aquel viaje, tan sólo había servido a la adolescente palestina
para retrasar su reacción y ganar tiempo para que se tranquilizase.
Aturdida por el dolor y la rabia y ante la impotencia que suponía
haberse quedado sola en Israel, sin poder siquiera ver por última
vez a su ser más querido, aceptó resignada emprender el regreso a
la ciudad, protegida en todo momento por los dos jóvenes soldados
que la habían recogido en la escuela. Superado el dolor inicial por
el luto, Fatma no se volvió a plantear el retorno. Mucho menos ha-
biendo conocido, a posteriori, cual había sido el comportamiento
de sus hermanos y la traición de sus propios vecinos. Por otra parte,
tampoco sentía gran interés en volver a Gaza. Sus únicos familiares
se habían dejado llevar por el fanatismo radical, y su padre ya nunca
más podría estar con ella. Con toda seguridad, en Jibaliya estaría
mucho más sola y perdida que en Tel Avid. Fatma jamás perdonaría
a sus hermanos la colaboración con los asesinos de su padre, aunque
nunca pudo renunciar a su natural sentimiento fraternal. Sabía que
no podía condicionar su vida a los hechos acaecidos en los últimos
años. Si bien su padre había sido ejecutado por los palestinos, su
madre, por el contrario, había sido víctima de los bombardeos ju-
díos. Comprometer su futuro al odio hacia unos u otros sería como
vivir eternamente en conflicto consigo misma. Lo mejor era pasar
página y olvidar, en la medida de lo posible, toda aquella sin razón
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