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CAPÍTULO 17.

ucho antes de llegar a la barrera que impedía el paso a los
visitantes, el teniente Kachka aceleró el paso, dirigiéndose
Msonriente hacia el pequeño grupo que le esperaba junto a la
garita. Los dos hombres que acompañaban a la joven palestina se
mantuvieron estáticos a unos cuantos metros de la entrada, mien-
tras Fatma, desbordante de alegría y evitando el obstáculo que se
interponía entre ella y su amado, obvió al indolente guardián de la
garita y penetró en el recinto para abalanzarse sobre el joven oficial.
Ambos amantes se fundieron en un apasionado abrazo, mostrán-
dose su amor intensamente. Entre beso y beso apenas conseguían
susurrar sus nombres, manteniéndose estrechamente unidos, como
si quisiesen fundirse el uno en el otro.
David Kachka y el viejo Maher permanecieron silentes, sonrien-
do ante la escena de amor que estaban presenciando. Ni el padre del
muchacho ni el viejo Abdud osaron interrumpir aquel bello mo-
mento, y a pesar del deseo de abrazar a su hijo, el experimentado
abogado esperó pacientemente la conclusión de tan apasionado en-
cuentro.
Fatma notó entre los brazos del teniente, una vez más, aquella
enorme excitación, casi incontrolable, que le provocaba el contacto
con Ariel. También el joven fue consciente de lo que aquello oca-

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