Page 35 - Edición final para libro digital
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había conocido las antiguas y poco agradables instalaciones del cuar-
                 tel donde recibiera la instrucción antes de ser nombrado “vigilante
                 escolar” y los alojamientos del pequeño destacamento al que había
                 sido destinado en Tel Avid.
                    De todos modos, el tiempo del que iba a disponer Ariel para ha-
                 cer uso de tan modernas y atractivas áreas de ocio, era prácticamente
                 nulo. Sus obligaciones castrenses y sus interminables horas lectivas
                 le dejaban muy poco margen para el entretenimiento, y en el priori-
                 tario interés por alcanzar su objetivo sin retrasos, dedicaba sus ratos
                 libres a estudiar y preparar exámenes.
                    Los siguientes cuatro años fueron para Kachka muy duros. A
                 sus ya de por sí extenuantes horas de instrucción militar, se suma-
                 ban las exigentes etapas educacionales. En su afán por destacar para
                 asegurarse el deseado ascenso y conseguir satisfacer con nota la eter-
                 na pretensión de su padre, empleaba más tiempo del recomendable
                 aplicándose a sus estudios, lo cual le restaba muchas horas de sueño.
                 Hasta tal punto que el exceso de trabajo y las excesivas preocupa-
                 ciones llegaron a hacer mella en su salud, obligándole a permanecer
                 toda una semana inactivo, hasta recuperarse de las consecuencias de
                 un desmayo provocado por tan desordenado ritmo vital.
                    Finalmente, al cabo de aquellos cuatro largos años, Ariel obtuvo
                 su tan deseada licenciatura, abandonando la academia con el grado
                 de teniente y siendo destinado al departamento jurídico del ejército,
                 en la ciudad de Tel Avid.
                    Su nueva función militar no se correspondía en nada con el deseo
                 que hacía más de cinco años le había expresado a su amigo y compa-
                 ñero Raveh. Pero la nueva visión que en todo ese tiempo había de-
                 sarrollado sobre el conflicto, y la forma en la que, según su criterio,
                 debía afrontarse el mismo, había cambiado radicalmente su joven
                 afectación belicosa. Ariel ya no era aquel muchacho activo e irre-
                 flexivo que, recién reclutado, sólo deseaba fajarse en el frente ante
                 un enemigo incrustado en su educación. La madurez adquirida, y
                 su mejor formación académica, le habían hecho plantearse la situa-
                 ción de su país en otros términos. Lo que otrora querría solucionar
                 mediante el uso de la fuerza, lo consideraba ya un asunto a resolver


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