Page 46 - Edición final para libro digital
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me han hecho mucho daño. Pero estoy segura que ambos pueblos
deseamos alcanzar finalmente la paz. El odio hacia los hebreos es un
sentimiento irracional que, desde siempre, vienen inculcando unas
generaciones a otras. Igualmente, los judíos siembran en la menta-
lidad de sus jóvenes la idea de que somos un pueblo de terroristas
al que hay que castigar sin compasión. Mi consideración es que los
unos y los otros están equivocados, y que toda esta locura no es más
que la consecuencia del fanatismo de unas minorías, que arrastran
con sus arengas a nuestros pueblos hacia una interminable y estúpi-
da guerra. Personalmente creo que en mi vida no debe haber cabida
para tan ruines sentimientos. Siento tanto afecto por usted siendo
soldado, como por mis hermanos siendo enemigos de Israel. Supon-
go que todos consideran justo aquello que defienden. ¿De qué otra
manera sino se podría justificar el derramamiento de tanta sangre?
Mantengo la esperanza de que algún día, ambos pueblos, recapaci-
ten y todo esto se termine. La gente dejaría entonces de ser cautiva
de toda esa propaganda bélica y alcanzaríamos la convivencia en
armonía, al igual que, por periodos, ya compartieron nuestros ante-
pasados hace miles de años. Probablemente sea una ilusa que sueña
más de lo que razona. Pero prefiero soñar que odiar.
Ariel había estado silente, escuchando la argumentación de Fat-
ma. Aquella mujer hablaba de paz y armonía a pesar de haber pa-
decido tan dolorosas pérdidas por causa de aquella locura colectiva.
Kachka no podía menos que admirar su aplomo y su comprensión
para con aquellos que tanto daño le habían hecho. Si su hermosura
había despertado en él una indisimulable atracción, sus palabras le
habían dejado totalmente absorto. Definitivamente, aquella mujer
le motivaba especialmente, y haría todo cuanto estuviese en su mano
para llegar a tener con ella una relación más estrecha.
—Veo que no eres una persona rencorosa —dijo finalmente
Ariel—. ¿Qué te podría decir? Ante una mujer tan inteligente, be-
lla y humanamente envidiable, cualquier razón que pudiese darte
carecería de sentido. Sólo puedo estar de acuerdo contigo. A pesar
de ser militar, quiero que sepas que, al igual que tú, considero las
decisiones de nuestro gobierno desatinadas e injustas. Como oficial
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