Page 52 - Edición final para libro digital
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sobre aparte, toda la información suplementaria que Ariel le solici-
              tara el día anterior. El nuevo documento no distaba mucho de lo
              referido en los papeles llegados de Nevit HaAsara, pero no era esa
              la información que más deseaba conocer Kachka, de hecho, casi ni
              miró aquellas hojas con el membrete oficial. Era el resultado de la
              indagación extraoficial lo que más le interesaba. El contenido de la
              cubierta amarilla sin remitente despejaría finalmente sus dudas acer-
              ca de los dos individuos detenidos. Aunque ya se imaginaba con qué
              se encontraría al abrirlo. Dentro del oficioso sobre tan sólo había un
              par de folios, y en ellos se reflejaba, con bastante detalle, el currículo
              de cada uno de los palestinos. A Ariel no le sorprendió lo que ponía
              en aquellos documentos, pero sí le disgustó enormemente. Tal como
              había pensado, los dos hombres eran, sin lugar a dudas, hermanos
              de Fatma. Las referencias a Ibrahim Hasbúm y Karima Farah, padres
              de Fatma, así como los detalles correspondientes a la dirección de los
              mismos y otros datos relevantes, confirmaron sus sospechas. Metió
              ambos informes en un cajón y sacó del que estaba justo debajo una
              agenda telefónica en la cual buscó un número en concreto. Era el de
              su padre. Necesitaba el consejo de un veterano abogado para tomar
              la decisión adecuada en aquel caso; un caso del que ni siquiera se
              habría preocupado de no estar involucrados los parientes de aquella
              joven que tanto le atraía.
                 David Kachka, padre de Ariel, era un hombre recto, pero justo.
              Durante toda su carrera como abogado se había hecho cargo, mu-
              chas veces, de la defensa de acusados por delitos de terrorismo, lo
              cual le había acarreado más de un problema. Pero a pesar de ello, el
              patriarca de la familia Kachka siempre se había esforzado al máximo
              por defender los intereses de sus clientes, fuesen estos judíos o pa-
              lestinos. Si bien era un hombre creyente, no admitía de buen grado
              ningún tipo de radicalismo. El veterano letrado siempre había con-
              siderado igual de culpables a ambos bandos. Tenía su propia opinión
              respecto a aquel largo conflicto. Para el padre de Ariel, ni los unos
              eran tan malos ni los otros tan buenos. Repudiaba las desmedidas
              represalias del ejército hebreo en Gaza, pero, de igual modo, abo-
              minaba de los indiscriminados ataques que los yihadistas llevaban a
              cabo contra su país, y le repugnaba sobre manera la utilización que

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