Page 96 - Edición final para libro digital
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actuación ya podía tranquilizarla garantizándole una defensa jus-
              ta. Consideró aquel el momento adecuado para ponerla al tanto de
              todo cuanto le viniera encubriendo hasta entonces.
                 —Fatma —comenzó diciendo Ariel—, hay algo que tengo que
              decirte, algo que te he estado ocultando desde hace varias semanas
              pero que debes conocer ya.
                 Fatma se puso seria, en su cabeza comenzaron a desfilar, en tan
              sólo unos segundos, cientos de razones que podrían dar al traste con
              aquella felicidad que la embargaba últimamente.
                 —¿De qué se trata? —preguntó perceptiblemente alterada.
                 Ariel, al percatarse de su nerviosismo, le tomó amorosamente la
              mano con intención de aliviar su ansiedad.
                 —Tranquilízate, no se trata de nada que tenga que ver con nues-
              tra relación; pero, de todos modos, es posible que te afecte en algo, y
              no quisiera que te preocupes. Ya me he encargado yo de todo.
                 —Pero dime ya de que se trata —le apremió la becaria aún más
              nerviosa.
                 Ariel le contó todo lo sucedido con Nabir y Sabil. Como habían
              sido detenidos, cuando intentaban volver a Gaza a través de uno de
              los cientos de túneles utilizados por los contrabandistas; pero tam-
              bién, muy a menudo, por los terroristas de Ezzeddin Al-Qassam.
              Igualmente la puso al tanto de las acusaciones a las que se enfrenta-
              ban y de lo acordado con su padre para hacerse cargo de aquel caso.
                 —Como ves, no tienes de que preocuparte. Mi padre es uno de
              los mejores abogados de Israel y seguro que conseguirá que salgan
              absueltos o, en todo caso, que sean condenados a una pena menor.
                 La actitud de Fatma sorprendió al joven oficial; quien aguardaba
              una reacción más expresiva por su parte. Sin embargo, la muchacha
              se tomó con inusitado aplomo la noticia, como si ya se esperase algo
              así desde mucho antes. El teniente notó como disminuía la tensión
              en su rostro. Como si lo que le acababa de contar no sólo no le cau-
              sase aflicción alguna, sino que aliviaba incluso su nerviosismo. Ante
              la actitud de la joven, Ariel sintió curiosidad por conocer mucho
              más a fondo la relación de Fatma con sus dos hermanos.
                 —No parece que te haya sorprendido mucho lo que te he dicho
              —le dijo—. Sé que vuestra relación es prácticamente nula, pero creí

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