Page 97 - Edición final para libro digital
P. 97
que te afectaría más conocer lo ocurrido. Al fin y al cabo, son tus
hermanos.
—Es cierto, son mis hermanos y siento que se encuentren en tal
situación, pero antes o después algo así tendría que ocurrirles.
Ariel se la quedó mirando intrigado, no comprendía la actitud
de Fatma y, llevado por su creciente curiosidad, le pregunto a la
muchacha:
—¿Por qué dices eso?, comprendo que dedicándose al contra-
bando corriesen el riesgo de que les detuviesen, pero no entiendo tu
resignación. Da la impresión de que no te importe demasiado.
—Claro que me importa. Me guste o no, son de mi misma sangre.
Pero ellos se lo han buscado. Aunque me duela lo que les pueda ocu-
rrir, no ha de ser nada comparable con lo que le ocurrió a mi padre.
Ariel, que nada conocía de las circunstancias que habían rodeado
la ejecución de Ibrahim, no daba crédito al comportamiento de Fat-
ma. ¿Por qué aquella comparación con la muerte de su padre? No lo
entendía. En realidad, no entendía nada de lo que estaba sucediendo
en aquel momento. Durante dos meses había estado callando todo
aquello por no incomodar a la muchacha, y después de haberse pre-
ocupado tanto para hacerle menos penosa la noticia, ella no sólo
no se sentía concernida, sino que daba la impresión de que hubiese
estado aguardando algo así durante años, como si de algún modo
hubiese estado esperando una justicia pendiente de su pasado.
—¿Qué te ha ocurrido con tus hermanos? —le preguntó Ariel.
Ansioso por conocer las razones de aquel comportamiento.
Fatma intentó esquivar el tema pasándole a él la iniciativa.
—¿Cuándo les han cogido? —preguntó para evadirse.
—Hace casi dos meses —le respondió él—. Pero respóndeme a
lo que te he preguntado. ¿Por qué te esperabas que les detuvieran y
a que viene que saques a tu padre a colación en esto?
Resultaba evidente que Kachka no dejaría correr el asunto y, ade-
más, ya iba siendo tiempo de sincerarse. Su relación estaba ya avan-
zada y posiblemente ya muy comprometida. Fatma tenía su pasado y
deseaba descubrírselo a la persona que más quería y que mejor podía
comprenderla. Quizás sólo su amado teniente consiguiese ayudarle
a espantar, de una vez por todas, los fantasmas de su adolescencia.
94 95