Page 98 - Edición final para libro digital
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—Hay algo que nunca he querido decirte —comenzó Fatma su
              confesión—. Mis hermanos no son contrabandistas.
                 —Pero Fatma, si los han cogido pasando contrabando por los
              túneles. ¿Qué otras intenciones podrían tener?
                 —Bueno, quizás también se dedicasen a eso, no lo sé. Lo que quie-
              ro decirte es que ellos pertenecen al brazo armado de Hamás desde
              hace años. No sé si han participado o no en atentados o ataques a
              Israel, pero son terroristas; y tú no deberías implicarte en su defensa.
                 —Sigo sin comprenderlo. ¿Por qué razón no me has contado eso
              antes?
                 —Pensaba hacerlo, pero tenía miedo que pudieses abandonarme
              si te decía que soy la hermana de unos extremistas palestinos.
                 —Aunque así fuese, antes o después me enteraría. No tiene nin-
              gún sentido que me lo ocultases. De haberme dicho esto antes no
              hubiese actuado de la manera en que lo hice, comprometiendo mi
              carrera, a mi padre, y nuestra relación —le reprochó Ariel visible-
              mente incomodado.
                 —Lo siento, quizás he debido confiar más en ti, pero si tú me
              hubieses contado también a mí esto que me has dicho ahora habrías
              evitado meterte en algo que en nada nos ha de beneficiar a ninguno.
              No me hagas a mí responsable de todo, también tú tienes la culpa.
                 —Perdona, no debí reprocharte nada. Es que me ha pillado por
              sorpresa todo esto. No podía imaginarme que la cosa fuese tan gra-
              ve, y mi intención era no disgustarte. Lo siento.
                 Fatma se acercó a él y, rodeándole el cuello con los brazos, lo besó
              dulcemente; apoyando, acto seguido, su cabeza sobre el hombro del
              atlético militar.
                 —No importa cariño —le dijo al oído—. Ambos estamos algo
              nerviosos. Yo también lo siento.
                 Durante un buen rato, permanecieron abrazados sin decirse
              nada. Se separaron cuando entró en el local un ruidoso grupo de
              estudiantes. Entonces, Ariel preguntó nuevamente.
                 —Pero… ¿Por qué has relacionado antes el fallecimiento de tu
              padre con la detención de tus hermanos?
                 Entonces Fatma le contó a Ariel todo lo sucedido desde que Na-
              bir y Sabil entraran a formar parte de Hamás y como su padre le

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