Page 144 - Mucho antes de ser mujer
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Mucho antes de ser mujer

                 —¿Por qué seguías con ese cabrón a pesar de todo lo que te
            hizo? —le pregunté sin terminar de comprender la razón que hizo
            a Elena soportar todo aquello.
                 —Tenía miedo, después de escaparme de la residencia, lo úni-
            co que tenía era a Ernesto, no conocía la ciudad y no sabía a dónde
            podría ir si me apartaba de su lado. Además me había dicho mu-
            chas veces que si se me ocurría llamar a alguien me mataría.
                 —Pudiste haberte comunicado con la señorita Mónica, ella te
            habría ayudado.
                 —No me atreví a hacerlo, después de haberme marchado de
            aquella manera temía que me enviasen a un reformatorio. No sé,
            eran tantas las cosas que me pasaban por la cabeza que prefería libe-
            rarme con la droga y así no tener que pensar en nada; lo he pasado
            muy mal.
                 —Bueno, ahora yo estoy contigo, no debes preocuparte más;
            todo irá bien de aquí en adelante.
                 No tenía nada claro cuál sería nuestro futuro después de aquel
            cambio en nuestras vidas, pero, por alguna razón, me sentía mucho
            más fuerte y resolutiva que hacía unos días. A pesar de mi corta
            edad mi pensamiento comenzaba a tomar un rumbo que nada te-
            nía que ver con el sentir de una niña.
                 Volvimos a encontrarnos los tres a la mañana siguiente, mien-
            tras desayunábamos pudimos intercambiar algunas palabras, si
            bien estábamos en todo momento bajo la atenta mirada de los sica-
            rios de mi padre. Él no había aparecido desde el día anterior; pero
            había avisado a sus hombres que comería con nosotros, y yo estaba
            deseando poder hablarle nuevamente para conocer de una vez por
            todas sus intenciones. En mi cabeza comenzaba a tomar forma una
            idea que supondría un giro radical en mi vida y una manera de
            sacarle provecho a aquella indeseada situación que nos iba a condi-
            cionar para siempre.
                 Eran casi las dos cuando el lujoso Mercedes se detuvo junto al
            porche de la entrada, enfundado en un lujoso traje y con gafas de


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