Page 167 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez
—A lo mejor teme que desaparezcas con la mercancía, le he
dicho que te has dedicado al trapicheo, ¿y quién mejor que él para
no fiarse?
—¿Por qué has tenido que decirle nada? —me reprochó mi-
guel algo molesto.
—Porque de no habérselo dicho se hubiese fiado aún menos,
así, al menos sabe que no te acercarás a la policía y que te moverás
con cautela.
—Está bien, puedes decirle que haré esos trabajos y que puede
contar conmigo para lo que necesite.
En ningún momento había dudado de que Miguel aceptaría,
al fin y al cabo ya era antes su forma de ganarse la vida, y formando
parte de la organización de mi padre tendría trabajos mucho más
rentables.
Fue al día siguiente cuando Miguel tuvo que hacer su primera
entrega, en una bolsa de deportes llevaba la mercancía y debería ha-
cer el camino a pie, hasta un barrio marginal en la periferia donde
los pequeños camellos cortaban y vendían el material como mino-
ristas. A pesar de tenernos a Elena y a mí como garantía, Bremon
no se fiaba de Miguel, inmediatamente detrás de él, sin que se diese
cuenta, envió a dos de sus hombres para vigilarle y asegurarse de
que cumplía sus órdenes. Tres horas más tarde Miguel regreso con
la misma bolsa, pero esta vez en su interior sólo había billetes de
500, se fue al despacho del jefe e hizo la entrega del dinero. Mien-
tras esto sucedía llegaron los dos sicarios que le habían seguido. La
primera prueba había sido superada con éxito; si Miguel no nos
fallaba, a la semana siguiente podríamos volver a la ciudad después
de tantos meses sin salir de aquel recinto.
Dos días después de la primera entrega Bremon volvió a lla-
mar a Miguel, esta vez para algo mucho más arriesgado; debería
llevar casi dos kilos a un hotel en la zona más favorecida, entre el
centro y la periferia. Por el nombre del establecimiento dedujimos
que la mercancía era para personas de las más altas esferas, lo cual
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