Page 171 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez

            tes en su interior, por lo cual no fue hasta que se abrió la puerta
            trasera que pudieron ver al personaje que salía del vehículo. Era
            una persona joven, vestía un pantalón vaquero y se cubría con un
            chubasquero gris con capucha, la cual apenas dejaba ver sus ojos,
            en su mano derecha portaba una bolsa de deporte azul fuertemente
            sujeta; nada más salir del coche echo a correr hacia el interior del
            establecimiento con la cabeza baja y sin mirar a nadie. El grupo no
            prestó demasiada atención al individuo ya que su principal pre-
            ocupación en aquel momento era que cesase la lluvia para poder
            regresar antes de que a Sara la echasen de menos sus padres, que ya
            se habían extrañado cuando decidió salir esa tarde con semejante
            temporal.
                 Apenas había arrancado nuevamente el taxi cuando, unos
            metros más atrás, estacionó un coche oscuro del que extrañamen-
            te no bajó nadie. Durante un largo rato permaneció el auto sin
            moverse; en su interior se podían ver las siluetas de dos hombres
            que en ningún momento hicieron siquiera ademán de abandonar
            el vehículo. A Aurelio, acostumbrado a tomar en cuenta ciertos
            detalles debido a la experiencia adquirida en las actividades que
            solía llevar a cabo con Miguel, le resultó extraña la presencia de
            aquellos tipos a la puerta de tan lujoso establecimiento, sobre todo
            habiendo llegado tan sólo unos segundos después del muchacho
            del chubasquero, quien no parecía por su presencia encajar en tan
            fastuoso lugar.
                 La intensa lluvia les dio un respiro y era el momento ideal para
            marchar de allí.
                 —Menos mal, vámonos ahora que ha parado un poco de llo-
            ver —dijo Sara en cuanto cesó el aguacero.
                 —Sí, a ver si nos da tiempo de llegar a casa antes de que co-
            mience de nuevo, menudo día —aceptó Sonia.
                 —Id vosotras, yo me quedaré un rato aquí, a lo mejor me
            acerco luego a los billares, ¿vosotros os quedáis también? —le dijo
            Aurelio a las chicas dirigiéndose luego a sus dos amigos.


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