Page 173 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez

            más inteligente, fingiendo un encontronazo fortuito, introdujo en
            el bolsillo del chubasquero de Miguel su propio móvil al tiempo
            que le susurraba:
                 —Llama al de Tomás.
                 Un taxi se detuvo frente a ellos y  Miguel subió en la parte tra-
            sera, nada más arrancar el servicio público, los dos hombres del co-
            che oscuro salieron detrás, a no más de 50 metros. Inmediatamente
            después de haber acelerado el taxista Tomás recibió una llamada en
            su móvil, al ver el número se quedó mirando a Auri sorprendido,
            llamaban  desde su propio celular, y como él no había visto la ma-
            niobra no entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Auri le pidió
            el teléfono y Tomás, mirando esta vez a Rodrigo, se encogió de
            hombros y le entregó el aparato.
                 —Hola Miguel, ¿eres tú, verdad? —preguntó el Auri ante la
            sorpresa de sus dos compañeros, quienes por el desarrollo de la con-
            versación posterior comprobaron que, efectivamente, quien estaba
            al otro lado de la línea era el desaparecido Miguel. Una vez Auri
            hubo colgado fue Rodrigo quien demandó una explicación.
                 — ¿Cómo has sabido que era él?
                 —No lo sabía, pero me resultó extraño que un chaval con
            deportivas, vaqueros y un chubasquero pudiese hospedarse en este
            hotel, y al ver a los dos tipos que le seguían pensé que algo raro
            estaba pasando. Pude conocerle al salir cuando le vi la cara.
                 —Estuviste muy hábil entregándole el móvil, pero ¿cómo no
            le hablaste si lo conociste?
                 —Nada más verme me hizo señas, por alguna razón no quiere
            que se sepa que sigue vivo, seguro que las chicas también lo están.
                 —¿Te ha dicho algo?
                 —No, sólo me dijo que me llamaría en cuanto pudiese para
            explicármelo todo.
                 —¿No te dijo nada más?
                 —No, nada más, vámonos ya, antes que comience de nuevo
            a llover.


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