Page 24 - Mucho antes de ser mujer
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Mucho antes de ser mujer

                 Llegué muy temprano al instituto, aún no habían abierto las
            puertas y me senté en uno de los bancos del parque que se encon-
            traba enfrente. La mañana estaba bastante fría a pesar de que el día
            anterior había estado muy soleado y con una temperatura agrada-
            ble, pero estábamos en noviembre y a esa hora recién comenzaba
            a amanecer y el rocío de la noche aún no había desaparecido. Me
            acurruqué en la esquina de aquel banco y saqué el libro de historia,
            era la primera clase y teníamos examen, aprovecharía para repasar
            algo. Esta vez sí, con la mente despejada después de haber dormido,
            me centré en la lectura sin dificultad. Llevaría allí no más de cinco
            minutos cuando escuché gritar mi nombre al otro lado de la calle,
            levanté la mirada y allí le vi, bajándose de la moto en la que solía
            llegar al colegio: era Miguel. Dejó la motocicleta y vino hacia a mí,
            entonces comencé a sentir una extraña sensación, una especie de
            cosquilleo en el estómago que iba en aumento cuanto más cerca le
            tenía. Se sentó a mi lado al tiempo que me daba los buenos días,
            ni siquiera le respondí, tan sólo me quedé mirándole extasiada con
            una sonrisa idiota. Él debió darse cuenta e intentó romper el hielo.
                 —Has llegado temprano, eh. Se ve que eres una chica aplica-
            da.
                 —Me desperté pronto y quise venirme para repasar un poco
            antes de clase, hoy tenemos examen.
                 —Pero hace bastante frío, podrías repasar en tu casa antes de
            salir, aquí no se está muy a gusto.
                 No respondí, sólo alcance a levantar los hombros como señal de
            indiferencia, no quería que Miguel pudiese notar mi interés por él.
                 El conserje acababa de llegar y ya estaba abriendo las puertas
            del centro.
                 —¿Vamos para adentro? —pregunté a Miguel poniéndome de
            pie dispuesta a atravesar la calle y dirigirme a mi clase.
                 —Pues la verdad no me apetece mucho meterme ahí toda la
            mañana. El día estará muy bueno hoy, ideal para pasarlo por ahí
            paseando en moto. ¿Vendrías conmigo?


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