Page 21 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez

            refiriéndose a un grupo de otros cuatro chicos que nos miraban a
            unos metros de distancia.
                 —Está bien —tan sólo alcancé a decir.
                 —Pareces muy tímida, ¿acaso tienes miedo a estar con los de-
            más?
                 —No es eso, pero no conozco a nadie y no quiero molestar.
                 Él se echó a reír mientras intentaba convencerme de las
            desventajas de la timidez y de lo bien que se pasaba en grupo. Su
            facilidad para expresarse y su simpatía consiguieron que sonriese y
            me relajase lo suficiente como para entablar con él una conversación.
                 No tardé en irme con ellos a una de las zonas más discretas del
            patio donde solían reunirse en los recreos. A los pocos minutos se
            acercaron a nosotros dos chicas de unos quince años. Una de ellas
            se abrazó a Miguel y lo besó en la boca, al tiempo que me dirigía
            una mirada desafiante como advirtiéndome de que aquel era su
            chico, pareciera que estaba marcando su terreno al igual que los
            animales en celo.
                 —Éstas son Sonia y Leonor —me presentó Miguel a las dos
            chicas sin entrar en más detalles, aunque era obvio que con la tal
            Sonia le unía mucho más que una simple amistad
                 Aquella situación me resultaba incomoda pero, por alguna ra-
            zón, quería estar allí con Miguel, sentía que a su lado estaría prote-
            gida, y el hecho de pertenecer al grupo más influyente del instituto
            me hacía sentirme importante entre todos aquellos jóvenes adoles-
            centes.
                 Miguel propuso que nos reuniésemos al salir de clase en un
            parque cerca del centro, nos dijo que tenía planes para pasar una
            tarde muy divertida. En seguida se pusieron todos de acuerdo, pero
            yo no podía aceptar, mis tíos me esperaban en casa y tendría pro-
            blemas si me retrasaba, no les gustaba que me ausentase o me retra-
            sase sin avisarles. Me excusé ante Miguel pero esté insistió.
                 —Anda, vente con nosotros, si le haces siempre caso a tus tíos
            nunca te lo pasarás bien.


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