Page 18 - Mucho antes de ser mujer
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Mucho antes de ser mujer

            tras movía ligeramente la cabeza como expresando su contrariedad.
            Aquel gesto de negación y la mirada de Mónica me hicieron temer
            algo muy desagradable. Mónica dirigió entonces sus ojos hacia mí
            y con tono apesadumbrado me dijo.
                 —Ana, tus tíos te quieren mucho, lo sabes, ¿verdad?
                 —Sí, ya lo sé —respondí con desconfianza.
                 —Ellos quieren que vayas a vivir a su casa, han solicitado tu
            custodia y ya no puedes seguir estando aquí.
                 Todo mi júbilo se desmoronó al oír aquello, quería mucho
            a mis tíos pero allí me sentía feliz, tenía amigas y por primera vez
            en mi vida había experimentado las emociones de una verdadera
            niñez. No deseaba separarme de Estela, Elena, Noemí y todas las
            niñas y niños que formaban ya parte de mi vida cotidiana y entre
            los cuales me sentía, por fin, querida e integrada.
                 —Pero yo quiero quedarme aquí, quiero estar con mis amigas.
                 —Lo sé cariño —intentó convencerme mi tía—, pero tene-
            mos que llevarte a casa con nosotros, ahora somos tus tutores lega-
            les y debemos hacernos cargo de tu educación. Te hemos preparado
            un cuarto para ti sola e irás a un buen colegio, ya verás qué bien
            vas a estar.
                 —Pero yo no quiero ir a ningún otro colegio y aquí tengo una
            habitación muy bonita que me gusta compartir con Estela. No me
            llevéis, por favor.
                 Mónica permanecía callada, sus ojos estaban vidriosos por la
            emoción. Era evidente que ella tampoco quería que me fuese, pero
            nada podía hacer por evitarlo.
                 Mi tío intermedió muy serio para impedir que los sentimien-
            tos pudiesen hacer dudar a mi tía Carmen.
                 —Ana, prepara tus cosas que tenemos que irnos, ya está deci-
            dido, te vienes a vivir con nosotros.
                 Miré a Mónica como esperando que dijese algo que pudiese
            evitar aquello, pero ella se limitó a decirme casi llorando.
                 —Anda, vamos a tu cuarto a prepararte la maleta y luego po-


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