Page 13 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez
—Hola, me llamo Ángeles, ¿tú cómo te llamas?
Era la tercera vez esa noche que me hacían la misma pregunta
y una vez más respondí tímidamente.
—Me llamo Ana.
En ese momento mi madre abrió los ojos y, abrazándome, le
preguntó a Ángeles:
—¿Quién es usted?, ¿viene a llevarse a mi hija, verdad?
—Tenemos que hablar, Isabel —le respondió la mujer.
Estaba claro que ya tenía nuestros datos, conocía el nombre de
mi madre y no había venido sólo a saludarnos. Mi mamá se puso
inmediatamente a la defensiva ante la obviedad de las intenciones
de aquella señora. Yo no comprendía nada pero noté que mi madre
comenzó a ponerse nerviosa a la vez que agresiva. Recuerdo que su
actitud me asustó y comencé a llorar, mi madre empezó entonces a
insultar a todos cuantos allí se encontraban al tiempo que gritaba
que nadie le quitaría a su hija. Yo me abracé fuertemente a ella,
pero dos hombres uniformados llegaron para separarnos. Ángeles
me cogió por la cintura y me levantó en brazos apretándome contra
su pecho mientras los dos agentes se llevaban a mi madre, que no
paraba de gritar.
—No llores Ana, tu mamá estará muy bien y tú ya no tendrás
que dormir en la calle, nosotros te cuidaremos.
—Pero yo quiero irme con ella.
—Ahora debes venir conmigo, no te preocupes, mañana verás
a tu mamá.
Mientras intentaba convencerme me sacó del recinto lleván-
dome hasta un coche en el cual ya esperaba un señor al volante,
me introdujeron en el asiento trasero y salimos de allí con rumbo
desconocido. Aún no había amanecido y el viaje fue bastante largo,
razón por la cual me quedé dormida al poco rato.
Al detenerse el vehículo abrí los ojos. Ya era de día y lucía
un sol radiante; nos encontrábamos ante una gran verja oscura. El
conductor llamó al timbre ubicado en una columna situada justo al
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