Page 15 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez

            dos pequeños escritorios con sus correspondientes sillas y una es-
            tantería con algunos juguetes, dos armarios empotrados de una sola
            puerta y en un rincón, junto a la entrada, un baño completo con
            un plato de ducha. En la pared que daba justo de frente a la puerta
            había una gran ventana que llenaba de luz toda la estancia.
                 —Éste será tu cuarto, lo compartirás con Estela, es una niña
            de tu misma edad, ya verás cómo os hacéis muy buenas amigas.
                 —¿Y dónde está ahora Estela? —pregunté con ingenua curio-
            sidad.
                 —Ahora debe de estar jugando en el parque, muy pronto la
            conocerás; pero antes de nada debemos ducharte y cambiarte de
            ropa, luego irás a desayunar algo.
                 Casi a media mañana me permitieron salir al exterior, me di-
            rigí directamente al parque, allí, entre el griterío y el retozar de los
            demás críos me sentía como una extraña, totalmente fuera de lugar.
            Nunca antes había tenido ocasión de compartir mi ocio entre tanta
            gente, pero decidí no participar en aquel bullicio. Me quedé sola
            en un rincón, apartada de todos y observando cómo los demás se
            divertían. No sabía cómo acercarme a ellos y sentía, además, una
            enorme vergüenza y un gran temor al rechazo. Creía, en mi in-
            genuidad, que aquellos niños sabrían lo que me había ocurrido y
            temía que se burlasen de mí por el comportamiento de mi madre
            y por mi propia situación antes de ingresar en aquel sitio, como si
            todos conociesen ya mi escaso pasado y el origen de mi existencia.
                 Dos niñas de más o menos mi edad repararon en mí y se acer-
            caron.
                 —Hola —me dijo una de ellas con una sonrisa—, ¿qué haces
            aquí sola, no vienes a jugar?
                 —Es que acabo de llegar, no conozco a nadie.
                 —Yo me llamo Elena y ella es Noemí —dijo señalando a su
            compañera.
                 —Yo me llamo Ana.
                 —Anda, vente a jugar con nosotras.


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