Page 11 - Mucho antes de ser mujer
P. 11
José Manuel Bermúdez
—Sí, ambas vendréis con nosotros y descansaréis en un sitio
caliente y agradable, puedes estar tranquila.
Las palabras de aquellos hombres me tranquilizaron, incluso
me sentía contenta. En aquel portal sobre el húmedo suelo, no
sólo estaba incomoda, sino que me sentía avergonzada. Aquella si-
tuación, con mi madre allí tirada sin siquiera reaccionar ante lo
que estaba aconteciendo y sumida en un profundo sueño, no sólo
consecuencia del cansancio, y con aquella gente mirándonos con
una expresión de pena y reproche me abochornaba; aunque, por
desgracia, todo aquello no dejaba de ser parte de mi vida cotidiana.
Tenía mucho frío y los dos policías nos llevarían a un sitio caliente
donde podríamos comer y dormir abrigadas, además me habían
prometido que no nos separarían. Satisfecha con aquella agradable
promesa desperté a mi madre para comunicarle la buena noticia,
en mi ingenuidad lo que me ofrecían era como un pequeño regalo
para ambas, al menos esa noche ya no pasaríamos más frío.
No fue fácil hacer reaccionar a mi madre, dormía muy pro-
fundamente, tantas noches al raso, sobre los gélidos bancos de los
parques o el duro mármol de los portales y estaciones, la habían
curtido en tales incomodidades, y para ella aquel portal era uno
más de tantos improvisados lechos en los que estaba acostumbrada
a entregarse al sueño. Más difícil aún fue convencerla para acompa-
ñar a los policías, por experiencia sabía que aquello era el preludio
de una nueva separación entre ambas y que, probablemente, esa
podría ser la definitiva.
— 10—