Page 35 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez
decían, tan sólo veíamos cómo los cuatro asentían a las palabras de
Miguel. Al cabo de aproximadamente media hora Miguel se acercó
a nosotras.
—Los chicos y yo vamos a comprar unas botellas y haremos
una fiesta debajo del puente de las cabras, junto al río, ¿vendréis
con nosotros, verdad?
Una vez más me encontré en la disyuntiva de negarme para
evitar tener problemas con mis tíos o demostrarle a aquel chico
que estaba dispuesta a formar parte de sus, bajo mi punto de vista,
nocivas actividades. Sonia no se lo pensó dos veces, inmediatamen-
te se agarró al brazo de Miguel dispuesta a seguirle a donde fuese.
Fueron sólo unos segundos de indecisión por mi parte, aunque me
pareció una eternidad; notaba sus miradas clavadas en mí como
reprochando mi timidez y mi falta de atrevimiento. Miré una vez
más a Sonia y fue el verla a ella colgada del brazo de Miguel lo que
me empujó a decir que iría; no me detuve siquiera a razonar mi
decisión, en aquel momento no tuve en consideración las conse-
cuencias que aquello podría acarrearme, sólo quería ganar aquella
guerra amorosa que había comenzado contra ella; todas mis auto
promesas y todos mis principios se estaban dando al traste por un
inconsciente capricho de adolescente.
—Ana, ve tú con ellos y nos esperáis junto al río; yo iré con
Sonia a comprar la bebida.
—Pero… ¿por qué no voy con vosotros?, podemos ir los tres
a comprar.
—Casi traías arrastrando el culo cuando vinimos, imagínate
los tres en la moto y cargados con las bolsas, no quiero terminar
de nuevo en el suelo —argumentó Miguel mientras soltaba una
carcajada.
Aquello me sentó fatal, no me esperaba perder con Sonia la
primera batalla; me resultó muy difícil controlar mi rabia pero con-
seguí mantener la calma.
—Está bien —respondí intentando aparentar una indiferencia
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