Page 74 - Mucho antes de ser mujer
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Mucho antes de ser mujer
Una vez le hubimos pagado a la camarera, nos levantamos y
nos dirigimos a la salida. Era prácticamente imposible que al llegar
a la puerta no nos viesen, pero confiamos en que no nos recono-
ciesen; intentamos salir sin girarnos, dando en todo momento la
espalda a la mesa donde ellos se encontraban. Ya Sara estaba fuera
y yo atravesaba el umbral de la puerta cuando sentí gritar mi nom-
bre a mi espalda. Una conmoción recorrió todo mi cuerpo, como
si una bomba hubiese explotado a mis pies y la onda expansiva se
desplazase por mi interior aumentado el calor hasta sentir casi arder
mis mejillas. Me quedé paralizada, Sara se giró al instante y fijó en
mí sus enormes ojos esperando mi reacción.
Decidí hacer como que no había escuchado nada e intenté
proseguir sin darme la vuelta pero, antes de poder abandonar defi-
nitivamente la entrada, noté una mano sobre mi hombro al mismo
tiempo que escuchaba, otra vez, decir mi nombre, ahora más sua-
vemente pero mucho más cerca, no tuve más remedio que girarme
y entonces lo tuve justo frente a mí. Ambos nos quedamos mirando
fijamente. La voz de Sara detrás de mí me arrancó de mi abstrac-
ción.
—Ana, vámonos, ya se nos está haciendo muy tarde.
Mi amiga quería evitar a toda costa que pudiese dejarme em-
baucar de nuevo por Miguel. Detrás de él, en la mesa, pude ver a
Sonia mirándome con odio, aquella chica me daba miedo.
—Sí, vámonos —le respondía a mi compañera mientras me
daba la vuelta, ni siquiera le dirigí a Miguel una palabra, pero ya
saliendo pude sentirle casi en mi oído.
—Te espero mañana a las seis en el parque.
Miré hacia atrás pero ya sólo pude verle de espaldas yendo
hacia la mesa donde le esperaba su novia. Su seguridad me apa-
bullaba, ni siquiera esperó una respuesta, como si tuviese la ple-
na convicción de que allí estaría, más que asistiendo a una cita
cumpliendo una orden. Aquel estúpido engreído creía que seguía
teniéndome a sus pies.
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