Page 79 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez
—Quisiéramos hablar con doña Carmen, por favor, o con su
marido.
—Ellos no están, ¿quieren dejarle algún recado?
—Por favor, dígales que llamamos del hospital Florencia, es
urgente.
De repente se me vino el mundo encima, aquella llamada sólo
podía significar una cosa. Sin escuchar nada más colgué el receptor
y rompí a llorar. Con los ojos totalmente empañados por el llanto
y temblando por los nervios, busqué desesperadamente en la pe-
queña guía telefónica que había junto al aparato el número de la
hermana de Tío Enrique; pasé las hojas atropelladamente hasta que
encontré, casi de casualidad, el nombre de Eleonora Socril. Marqué
los nueve dígitos sin dejar de sollozar; los tres tonos que escuche al
otro lado se me hicieron eternos, finalmente pude oír la voz de un
hombre.
—Diga, ¿quién es?
—Soy Ana, la sobrina de Carmen y Enrique.
—¿Qué te ocurre Ana, por qué lloras?
—Han llamado del hospital, que se ponga Tía Carmen, por
favor.
Se hizo un pequeño silencio e inmediatamente escuché la voz
de Tía Carmen.
—¿Qué ocurre Ana?
—Acaban de llamar del hospital Florencia, han dicho que es
urgente, seguro que mamá ha muerto —le dije totalmente descon-
solada.
—Tranquilízate, ahora mismo salimos para ahí, no te agobies,
es posible que no sea tan grave.
—Han dicho que es urgente, seguro que es grave.
—Bueno, tranquilízate —repitió—, salimos inmediatamente,
en media hora estaremos en casa, no te preocupes.
Durante el tiempo que tardaron en llegar mis tíos no hice
más que llorar, tumbada boca abajo sobre el sofá me tragué cientos
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