Page 83 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez
—Sí, voy a ese colegio.
—Supongo que la policía ya estará investigando. Bueno, ya
podéis entrar a ver a tu madre, yo tengo que seguir con mi trabajo.
—Dirigiéndose a mi tía le dijo— Señora Forcano, cuando salgan
haga el favor de venir a hablar conmigo, estaré en el despacho, la
puerta del fondo a la izquierda.
Tía Carmen asintió en silencio y nos encaminamos hacia la
habitación.
Fui la primera en entrar, nada más abrir la puerta la vi, estaba
en la cama del fondo, junto a la ventana; al cruzar nuestras miradas
me quedé parada, estaba irreconocible, sus ojos parecían salirse de
las órbitas, sus pómulos eran sólo hueso bajo la piel y tenía unas
grandes ojeras. Sentí la tentación de darme la vuelta y escapar de
allí corriendo, no esperaba verla así.
—Ana, hija mía —me susurró con voz casi inaudible mientras
dos grandes lágrimas corrían por sus enjutas mejillas.
Yo seguía allí, sin saber qué hacer, como en estado de shock.
Fue mi tía quien desde atrás me empujó suavemente al tiempo que
me decía:
—Ve a su lado Ana, te necesita.
Me acerqué lentamente, sintiendo una enorme pena en mi
interior, se me estaba haciendo durísimo verla así. Al llegar a su
lado me incliné sobre la cama, ella, casi sin fuerzas, estiró sus del-
gadísimos brazos para abrazarme y entonces rompí a llorar defi-
nitivamente y me dejé ir. Me besó en la mejilla una y mil veces,
pidiéndome perdón sin cesar. Yo no sabía qué decir, tan sólo lloraba
mientras ella no paraba de besarme, entonces le pregunté:
—¿Por qué mamá?, ¿por qué me abandonaste?
—Lo hice por ti, a mi lado serías infeliz, no sabes cuánto he
llorado al recordarte. Ahora sólo deseo que antes de morirme me
perdones por todo cuanto he hecho.
No me resultaba fácil, aunque deseaba poder satisfacer su de-
manda y quedar en paz con ella, estaba realmente resentida; nunca
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