Page 85 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez
No recuerdo cuánto tiempo estuve dormida, pero cuando abrí
los ojos seguía siendo noche. Me pareció que habían transcurrido
muchas horas y le pregunté a Tía Carmen, que continuaba allí, a
mi lado.
—¿Qué hora es?
—Son las nueve y media.
—¿Las nueve y media? —pregunté extrañada—, pero si ya es
noche, ¿en qué día estamos?
—Estamos a lunes cariño.
—¡Lunes!, no puede ser, hoy tenían que enterrar a mamá,
¿cómo me habéis dejado dormir?
—No estabas en condiciones de asistir a su entierro, Beatriz
creyó conveniente que descansases, no te preocupes, ha ido todo
bien, fue una ceremonia muy íntima. Créeme, ha sido mejor así,
ahora te traeré algo de cenar y mañana vendrá Beatriz a visitarte.
Me he puesto en contacto también con Mónica, tu antigua tutora,
y me ha dicho que vendría el fin de semana a verte, es probable que
también vengan tus amigas del internado.
—Me hubiese gustado asistir al entierro de mamá.
—Has estado con ella hasta el último minuto, necesitabas
descansar, ella se ha ido feliz, quería que la perdonases y no quiso
morirse hasta oírtelo decir. Has estado a su lado cuando más lo
necesitaba y eso debes recordarlo siempre.
Me quede mirándola fijamente, sin decir nada, tan sólo vol-
vieron a brotar lágrimas de mis ojos y, una vez más, ambas nos
abrazamos y terminamos lloriqueando juntas.
No eran más de las nueve cuando entró Beatriz en la habita-
ción, sonriente y bella como siempre; aquella mujer era para mí
como un bálsamo, me tranquilizaba sólo con verla y me sentía muy
segura a su lado. Por un momento pensé ¿por qué no habría tenido
una madre así?, pero inmediatamente me arrepentí de semejante
reflexión. Cierto era que mi madre no había sido un buen ejemplo,
pero siempre me quiso a pesar de todo y nunca dudé de lo muchísi-
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