Page 81 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez

                 —Habitación 345.
                 Hacia allí nos dirigimos, pero el ascensor tardaba demasiado y
            yo decidí subir por las escaleras.
                 —¿A dónde vas Ana? —me preguntó mi tía ya gritando, pues,
            en mi impaciencia, estaba ya remontando de dos en dos los esca-
            lones.
                 —Os espero arriba —respondí sin dejar de correr.
                 Accedí al tercer piso en sólo unos segundos, un poco perdida
            me detuve en la sala principal sin saber hacia qué lado ir. Por el pa-
            sillo de mi izquierda se aproximaba un enfermero a quien pregunté.
                 —Perdone, me podría decir hacia dónde queda la habitación
            345.
                 —Por ese pasillo —me respondió señalando justo hacia donde
            él se dirigía—, ¿tienes a alguien allí?
                 —Está mi mamá —le dije enfilando el camino a la habitación.
                 Entonces el sanitario me tomó del hombro y me dijo.
                 —Espera, yo voy ahora hacia allí y es mejor que esperes aquí
            un momento, están los médicos con una de las enfermas.
                 Comencé a sentirme mal, las palabras del auxiliar me hicieron
            pensar en lo peor; justo en ese momento salían mis tíos del ascensor
            y debieron notar mi indisposición porque se acercaron a toda prisa.
                 —¿Qué te ocurre Ana?, ¿qué ha pasado?
                 Yo apenas podía hablar, fue el propio enfermero quien se diri-
            gió a ellos preguntándoles.
                 —¿Son ustedes familia de la chica?
                 —Sí, somos sus tíos.
                 —Me ha dicho que su madre está en la 345 y le he pedido que
            espere aquí, ahora no se puede entrar en la habitación.
                 —¿Por qué, ha ocurrido algo?
                 —No lo sé, pero los médicos están allí y me han llamado para
            recoger una camilla, no puedo decirles más.
                 Permanecimos en silencio, mirándonos con extrema preocupa-
            ción mientras el camillero siguió su camino hacia la incertidumbre.


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