Page 58 - De la luz a las tinieblas
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padeciendo una eterna esclavitud. Solo un viejo excéntrico
          como Alterio podía prestarse a acompañarte en esa locura.
              —No pretendo arrastrar a nadie en mi tentativa. Alterio
          no tiene nada que perder. Así lo ha comprendido. ¿Acaso

          vosotros estáis mejor aquí que en el infierno? Este lugar es lo
          más parecido a ese antro que me puedo imaginar. Si algo me
          ocurriese, nada habría cambiado en todo caso.
              —Pues  que  tengáis  suerte,  muchacho.  Nosotros
          seguiremos esperando. Es posible que algún día vuelva a salir
          el sol y todo vuelva a la normalidad.
              —Es posible. Pero yo no me quedaré a esperar. Alterio
          lleva  haciéndolo  durante  más  tiempo  del  que  es  capaz  de
          recordar, y sigue en las tinieblas. Supongo que muchos de
          vosotros  lleváis también  muchísimo  tiempo aquí. ¿Qué os
          hace pensar que todo cambiará por sí solo? Sin hacer nada.
              —Todo cambió sin hacer nada el día que dejamos de ver
          el sol. De igual modo podrían invertirse los hechos.
              Andrés decidió no insistir. Sabía que no convencería a

          aquellos hombres. Optó por despedirse con una pregunta.
              —¿Sabéis donde podré encontrar a los dos ancianos con
          los que hemos estado hablando cuándo llegamos?
              —¿Orgán y Dalman?
              —No conozco sus nombres. Son amigos de Alterio.
              —Supongo que estarán en su choza. Aquí no hay a donde
          ir. Muy raramente salen de su casa —respondió uno de los
          centinelas de mala gana.
              —Gracias, espero que todo os vaya bien.
              —Igualmente —le respondieron con sequedad.





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