Page 63 - De la luz a las tinieblas
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toscas ramas oscuras embridadas chapuceramente a unos
pequeños troncos retorcidos, eran las más valiosas
pertenencias de aquella gente. El anciano permaneció de pie.
El interior de aquel lugar era casi idéntico a la morada de
Alterio, tan solo se diferenciaban en la cantidad de utensilios
y la existencia de dos lechos en lugar de uno, algo lógico
teniendo en cuenta los habitantes que compartían la vivienda.
—¿Y bien, muchacho, que te trae por aquí? —preguntó el
anciano.
—Vosotros. Sois las únicas personas, además de Alterio
y de los guardias, que he podido ver desde que he llegado a
este sitio. He recorrido un largo camino para venir aquí. Pero
no he visto a ningún otro ser humano. Todo me resulta
sumamente desconcertante. Me gustaría saber mucho más
sobre este sitio.
—¿Y qué podemos decirte nosotros que no te haya
contado ya Alterio?
—Por ejemplo, que es lo que hay en el bosque, además de
góronas sin domesticar, Alterio me ha hablado de algo mucho
más terrible, algo que ni siquiera puedo imaginarme. Pero no
me ha concretado absolutamente nada. Según él, los góronas
no son temibles, pero sí existe un gran peligro. Aunque no ha
querido decirme en qué consiste. Tampoco me ha dicho nada
sobre este sitio. ¿Qué es, y por qué estamos aquí? He pensado
que quizás vosotros podríais ponerme al corriente, decirme
que tanto mal nos podemos encontrar si nos adentramos más
allá, en los bosques.
Mientras conversaban, Dalman se despertó. Mirando a
Andrés con cierto recelo, se desperezó y le preguntó a Orgán.
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