Page 62 - De la luz a las tinieblas
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—Claro que te recuerdo, no viene tanta gente por aquí
          como para olvidar un rostro. ¿Qué es lo que deseas?  —le
          repitió.
              —Me gustaría poder hablar con ustedes. Pero parece que

          no  es  una  hora  adecuada.  Lamento  haberle  molestado.
          Volveré en otro momento, si no le importa.
              —No,  no  te  preocupes.  Cualquier  momento  es  bueno.
          Donde no existen el ayer ni el mañana, el tiempo no tiene
          sentido. No nos condicionan las horas. En este lugar, poco
          más podemos hacer que charlar, cuando tenemos con quién,
          y dormir. Y yo ya he dormido.
              —Para mí será un placer compartir con usted una buena
          charla.
              —Pasa. Adentro estaremos más cómodos. Te agradecería
          que me tutees, tenemos pocos amigos por aquí. Tu confianza
          hará  que  me  sienta  más  joven  —comentó  el  viejo  riendo
          francamente.
              Andrés aceptó el ofrecimiento. Pasó al interior y Ambos

          se acomodaron en el centro de la cabaña. En un rincón, sobre
          un  improvisado  camastro  de  paja,  se  encontraba  Dalman,
          todavía durmiendo.
              El joven miraba insistentemente al otro ocupante de la
          vivienda. Le extrañaba que ni se hubiese inmutado con su
          llegada.
              —Ese es Dalman. Te pido disculpas en su nombre. Como
          ves tiene el sueño muy profundo —le aclaró su interlocutor.
              —Ya veo —dijo sonriendo el pastor.
              Orgán le ofreció una de las dos banquetas, que adornaban
          la estancia junto a una rústica mesa. El escaso mobiliario, de



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