Page 54 - De la luz a las tinieblas
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Totalmente ubicado y consciente de su situación, se secó
el rostro con un viejo retal que había colgado en la pared, a
modo de toalla, y se dispuso a buscar a su añoso compañero.
Salió de la barraca, encaminándose hacia el lago. Entre la
penumbra, alcanzó a distinguir la figura de Alterio, que
volvía hacia su refugio. Su barba y sus cabellos, de un blanco
inmaculado, resaltaban en la escasa luminosidad del
ambiente. Su imagen entre la penumbra era inconfundible.
Cuando estuvieron ambos lo suficientemente cerca,
Andrés pudo ver que el anciano portaba en su mano un
extraño pez. Un raro espécimen, cuya piel era idéntica a la de
las sandalias que calzaba. Acababa de descubrir de donde
había quitado el viejo el material para fabricar sus chanclas.
—Nuestro desayuno —dijo Alterio sonriendo al percibir
la presencia del pastor, mientras elevaba la mano con el
pescado.
Si el cano personaje hubiese podido ver el gesto de
Andrés al escuchar aquello, probablemente se hubiese
sentido ofendido.
A pesar del hambre que sentía, aquel animal no le
resultaba nada apetecible. Jamás había visto nada parecido, y
mucho menos habría comido nunca semejante cosa. Pero ya
se estaba mentalizando. Sabía que tendría que afrontar
situaciones totalmente nuevas y desagradables. No podía
elegir. En aquel lugar, no se le presentarían muchas opciones
de alimentación más diversa.
Su curiosidad le llevo a preguntar la procedencia de lo que
sería su primera comida en aquella nueva existencia.
—¿Ha pescado usted eso?
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