Page 51 - De la luz a las tinieblas
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maderos; y una banqueta de tres patas, del mismo material,
          completaban el parco habitáculo.

              —Ponte cómodo —dijo Alterio en un tono  cargado de
          ironía.
              Andrés sonrió ante aquella invitación. Era evidente que
          no  tenía  muchas  opciones  para  hacer  lo  que  el  viejo  le
          indicaba. De todos modos, respondió dándole las gracias, con
          no menos jocosidad que la que Alterio utilizara al hacerle el
          ofrecimiento.

              Se sentó sobre el borde del camastro, mientras el anciano
          lo hacía en la desangelada banqueta.
              —Bueno chico, ya estamos en casa. Como ves, aquí no
          disfrutamos de muchos lujos. Pero esto es lo más parecido
          que hay a mi antiguo hogar en este maldito lugar. Habrás

          notado  que,  si  decido  irme  de  aquí,  no  es  mucho  lo  que
          abandono.  Casi  me  alegro  de  no  tener  herederos.  Sería
          patético  dejarles  esto  como  legado—  dijo,  soltando  una
          sonora carcajada.
              Era  indudable  que  no  sentía  mucho  arraigo  hacia  tan
          ínfimas propiedades.

              Andrés  estaba  realmente  cansado.  Su  rodilla,  pedía  a
          gritos un poco de alivio. Solicitó el permiso de Alterio para
          tumbarse sobre el camastro.
              —Desde  luego  —le  dijo  el  anciano—.  Necesitas
          descansar. Cuando despiertes tendrás la mente más clara. Te

          costará asumir todo esto.
              A  los  pocos  minutos,  el  joven  dormía  profundamente.
          Alterio  escuchaba  su  agitada  respiración.  En  su  rostro  se


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