Page 46 - De la luz a las tinieblas
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Pero, «¿a qué temían en aquel lugar?». Él había estado
          afuera, y nada le había atacado. Tampoco había visto seres

          agresivos que pudiesen hacerles daño. Tan solo aquel raro
          espécimen, que se había comido a su cordero, le hiciera sentir
          temor. Pero, no más del que había sentido la propia criatura
          al  verlo  a  él.  No  podría  decirse  que  el  extraño  bicho
          significase un peligro para ellos. Además, había  visto a la
          entrada varios semejantes. Allí mismo.
              De lo que no tenía la menor duda era que, a alguien o a

          algo, tenían miedo. Pensando en el inmediato viaje, en busca
          de su escapatoria, aquello no resultaba muy tranquilizador.
              Ya  no  le  urgía  tanto  comenzar  la  misión,  decidió  que
          mejor sería quedarse allí algún tiempo, para averiguar todo
          cuanto pudiese sobre aquellos parajes.

              No deseaba someterse al albur de la sorpresa. Debería ser
          consciente de lo que podría encontrarse en su camino, y estar
          preparado  para  la  defensa. Organizaría  bien  el  viaje, y  de
          paso se tomaría un tiempo para curar su maltrecha rodilla. Si
          aquella aventura suponía riesgos desconocidos, quería estar
          en plena forma. Seguro que más de una vez tendrían que salir

          corriendo.
              Llamó por Alterio. Este estaba entrando en una choza,
          unos veinte metros más adelante, acompañado por otros dos
          hombres de parecido aspecto. El anciano se dio la vuelta:
              —¿Qué ocurre Andrés?

              —¿Podemos  disponer  aquí  de  algún  sitio  donde  pasar
          unos días? Lo he estado pensando, y creo que será mejor que




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