Page 45 - De la luz a las tinieblas
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El centro de aquel improvisado poblado, lo ocupaba una
laguna de considerables dimensiones. Sus aguas eran limpias
y cristalinas. Andrés dedujo que el pequeño lago era la
principal fuente de abastecimiento de aquella aldehuela que,
como había dicho Alterio, era la base de su subsistencia.
Ya abajo, ante la entrada, cuya altura superaba los cinco
metros, su viejo compañero se dirigió a los vigilantes.
—Abridnos, este muchacho viene conmigo.
—Donde lo has encontrado, nunca ha estado por aquí —
respondió desde arriba el que parecía llevar la voz cantante.
—Ha cruzado la luz, y andaba perdido. Me encontré con
él en el bosque. Necesitamos descansar un poco y
aprovisionarnos para emprender el viaje.
—¿De qué viaje nos hablas?
—El chico está convencido de que tiene que haber una
salida. Una puerta a nuestra dimensión. Lo acompañaré en su
búsqueda.
—¿Buscar la salida? ¿Es que te has vuelto loco? —se
rieron los guardias—. Entrad. Ya nos contarás como se te ha
ocurrido semejante estupidez.
Una de las enormes hojas de madera se entreabrió,
dejando el paso libre. Alterio pudo entrar sin dificultades,
pero a Andrés lo rodearon de inmediato un grupo de
individuos armados con palos. Uno de ellos se acercó a él y
revisó sus ropajes, antes de dejarle seguir detrás del anciano.
Estaba claro que la gente le temía a algo, y tomaban todas
las medidas de precaución posibles para no ser sorprendidos.
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