Page 41 - De la luz a las tinieblas
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—Ya no muchacho, pronto estaremos allí. No seas tan
ansioso, aquí el tiempo corre muy lentamente. Ya lo irás
notando.
—Admiro su tranquilidad, yo no podría tomármelo con
esa templanza, aunque quisiese. Mucho menos estando en su
situación.
—¿A qué situación te refieres? —pregunto Alterio un
poco contrariado.
—A su falta de visión, debe ser terrible no poder ver lo
que ocurre a su alrededor.
—No tardarás en darte cuenta de que en este lugar la vista
no es el más importante de los sentidos. Entre las tinieblas,
estar ciego llega a ser, muchas veces, incluso una ventaja.
Mis otros sentidos están más desarrollados, y eso me permite
adelantarme a ciertas situaciones en las que la vista no me
serviría de nada. Me he quedado ciego, pero sé muy bien que
la luz casi no existe en este lugar, por lo que tampoco tú
puedes ver mucho más allá de unos cuantos metros. Habrá
momentos en los que preferirás no haber podido ver nada.
—Comienza usted a preocuparme. ¿Qué podría ver que
me hiciese pensar así?
—Si llega el momento, podrás comprobarlo por ti mismo.
A Andrés se le erizó el bello al escuchar aquello. El
comentario no le tranquilizaba en absoluto. «¿Qué podría
haber en aquel lugar como para desear no verlo?».
Prefirió callar y no seguir preguntando. Seguramente las
respuestas del viejo desencadenarían más miedo e
incertidumbre en él, y lo que deseaba era todo lo contrario.
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