Page 40 - De la luz a las tinieblas
P. 40

Es verdad, no ha sido una pregunta muy acertada. Debí
          suponer eso desde un principio, pero estoy tan desconcertado
          que ni se me ocurrió pensarlo.
              Alterio  retomó  su  camino  y  Andrés  lo  siguió

          incondicionalmente, arrastrando notablemente su cojera.
              Aquel viejo se movía con increíble soltura por el espeso
          y  abrupto  bosque.  Con  solo  la  ayuda  de  su  improvisado
          bastón, eludía todos los obstáculos que encontraba a su paso,
          como si pudiese ver muchísimo mejor que él mismo Andrés.
          Parecía que aquellos ojos perdidos tuviesen luz propia, que
          le permitían visualizar el camino con mucha más claridad que
          la realmente existente entre la penumbra.
              Caminaron  durante  un  buen  rato  en  silencio.  Andrés
          avanzaba expectante, oteando en todas direcciones. Ojeando
          todos  los  rincones,  pendiente  de  cualquier  inesperada
          aparición. Le sorprendía la tranquilidad de Alterio. Este se
          movía con una inusitada seguridad, como si supiese a ciencia
          cierta que nada podría ocurrirles. No observaba en él más

          preocupación que la de tantear el terreno con su vara, para no
          tropezar.
              La decidida actitud de su compañero no conseguía, sin
          embargo,  tranquilizarlo.  Casi  a  oscuras,  y  en  tan  tétrico
          entorno,  le  costaba  creer  que  no  existiesen  insospechados
          peligros.  Algo  en  su  interior  le  decía  que  no  tardarían  en
          afrontar  azarosas  situaciones.  Llevaban  mucho  tiempo
          caminando y estaba impaciente
              —¿Aún falta mucho para llegar a ese valle? —preguntó a
          su longevo acompañante de travesía.





                                          46
   35   36   37   38   39   40   41   42   43   44   45