Page 82 - De la luz a las tinieblas
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Andrés se movía inquieto en el interior de la choza. La
espera se le estaba haciendo eterna. La rodilla, prácticamente
ya no le molestaba, y estaba como loco por comenzar con las
disposiciones de la marcha. Quería iniciar viaje a la mayor
brevedad. La incertidumbre, sobre la decisión que pudiesen
haber tomado Dalman y Orgán, lo mantenía en vilo. Había
estado conteniendo su ansiedad para evitar salir en busca de
los ancianos.
La tensión que lo invadía llegó a su cenit cuando la figura
de Alterio se dibujó sombríamente en umbral de la puerta.
Tenía cara de circunstancias. El invidente le infligía tanto
suspense a la noticia que Andrés no pudo contenerse más.
—Y bueno... Dígame ya que le han respondido —
apremió.
—Muchacho, te noto nervioso. Deberías tomártelo con
más calma —le dijo Alterio. Que parecía disfrutar con
aquella situación.
—Me lo estoy tomando con calma. Pero el tema me ha
tenido muy inquieto. Parece que se regocija usted en ello.
El viejo, ante el alterado tono que notaba en las palabras
de Andrés, decidió no hacerle esperar más. Le contó lo
sucedido durante su visita.
Al pastor se le iluminó el semblante. Cuantos más se
uniesen al viaje, más fácil les sería organizar los portes. Y
más posibilidades de éxito tendrían.
Exultante, ante el optimismo de Alterio, ante la muy
probable participación de sus amigos, lo tomo de la mano y
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