Page 83 - De la luz a las tinieblas
P. 83
casi lo arrastró al centro de la estancia. Al lugar donde había
escrito la lista sobre la tierra.
—Mire, he hecho una lista con todo lo que necesitaremos.
—Alterio, frunciendo el ceño, giró la cabeza hacia
Andrés, como haciéndole un reproche.
El joven se dio cuenta enseguida de su desliz y se apresuró
a disculparse.
—Perdone, con la emoción, ni siquiera he reparado en su
situación. Le diré lo que he pensado. Corríjame en lo que
usted considere inadecuado.
—No te preocupes, comprendo tu ansiedad, y que eso te
lleve a cometer errores. Pero, en cuanto salgamos ahí afuera,
que ignores mis limitaciones ante una situación de peligro
puede costarnos muy caro.
Andrés asintió. Lo que Alterio le decía era una realidad a
tener muy en cuenta.
A pesar de la pequeña reprimenda, no disminuyó su
euforia, Le explicó a Alterio sus ideas. El anciano lo escuchó
con atención.
Atendió a las dilucidaciones del pastor. Admiraba su
notable inteligencia. Cada vez confiaba más en la posibilidad
de conseguirlo.
—A lo largo de su exposición, Andrés fue interrumpido
en un par de ocasiones, con el fin de despejar algunas dudas
sobre su plan. Pero, finalmente, Alterio le dio su aprobación
al proyecto.
—Veo que has pensado en todo. Al menos en todo lo
previsible.
89