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Muros. Historia viva















                                Tierra de nobles





                         ucho antes de que Muros obtuviese el privilegio de convertirse en
                         Villa, todo el territorio comprendido desde el Xallas hasta el Tam-
               Mbre formaba parte de las tierras de Carnota, por lo cual la historia
            de ese Ayuntamiento transcurrió durante siglos unida a la nuestra; al igual que la
            de Outes y Mazaricos.
               Todos estos ayuntamientos formaron parte del distrito muradano desde el mo-
            mento en que el rey Sancho IV concedió a la villa de Muros los privilegios de
            1216, en los cuáles le otorgaba el dominio sobre las tierras que se extendían a lo
            largo y ancho de estos cuatro concejos.
               Antes de unirse judicialmente a la capital del distrito, estas extensas tierras
            venían arrastrando años de historia propia, siendo concretamente Carnota uno de
            los principales dominios feudales de la zona. Es en ese ayuntamiento donde se
            levanta el Monte Pindo, conocido como el Olimpo de los Celtas, debido a la gran
            cantidad de restos arqueológicos pertenecientes a esa civilización que fueron ha-
            llados en aquel lugar; siendo uno de los más claros exponentes del asentamiento
            de nuestros antepasados en esta parte de Galicia. Fue ese monte el escogido por
            estas tribus para llevar a cabo sus rituales y hacer ofrendas a sus dioses. Como
            prueba de ello dejaron allí innumerables huellas de su estancia.
               Se achaca a la voz pre celta Carn o Corn, que significa «lugar abundante
            en pedregales», el origen del topónimo Carnota. A pesar de las pruebas que nos
            indican la existencia de población en la zona desde tiempos de la prehistoria, no
            es hasta el siglo X que tenemos referencias documentadas sobre la región.

               En el privilegio otorgado por Ordoño II a la Iglesia de Santiago, en el año
            915, ya se hace mención a estas tierras. En tiempos de la devastación llevada a
            cabo por los árabes en España llegaron a la Diócesis de Iria, escapando de los
            musulmanes, varios obispos; a los cuales el prelado les otorgó algunos distritos


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