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José Manuel Bermúdez Siaba


          para que pudiesen subsistir.
            Las tierras de Carnota  le  fueron
          cedidas  al obispo de Lameros,  que
          disfrutaba  también  de  los  distritos
          de  Trasancos, Labacengos, Neman-
          cos y Céltigos. Esos distritos pasaron
          nuevamente a disposición de la sede
          de Iria Flavia una vez restablecida la
          normalidad, tal como figuraba en los
          acuerdos del concilio de 915.
            Fue, posiblemente, en el 999,  du-
          rante el pontificado de San Pedro de
          Mezonzo, Obispo de Compostela,
          cuando el rey Bermudo II donó unos
          siervos en el condado de Carnota a
          la Iglesia de Santiago. Estos siervos
          eran  Trasmiro  y sus cuatro  hijos,
          Gonzalo,  Vimaredo,  Benedicto  y
          Gudigeva.  Esta  donación  fue  hecha
          verbalmente por el rey Bermudo II.
          Pero, al morir este el 5 de septiembre
          en El Bierzo,  no fue hasta el 5 de
          marzo  de 1011 cuando su hijo, Al-        Ordoño II de León. (Ayuntamiento de León)
          fonso V, la llevó a cabo formalmente.
          En una designación hecha por Tructino, delegado del rey Alfonso II, en el año
          830 ya se hacía referencia a Carnota al decir: «in Carnota ecclesia pintani», de
          lo que se puede deducir que, ya por entonces, existía en el Pindo una iglesia que
          probablemente se encontraría en el famoso monte.
            No se cita a Muros en esa época (siglo IX) pero sí en cambio al distrito de
          Carnota, en el que se incluyen las iglesias del territorio de Muros; Santa Tasia,
          en Outes; Esteiro; Serres y alguna otra más de las tierras de Outes. Esto nos hace
          suponer que, si bien Muros ya era conocido como poblado, al igual que Outes,
          ambos quedaban incluidos entonces en el distrito de Carnota.
            El 30 de diciembre de 1028, Bermudo III cedió a Santiago las tierras de Car-
          nota junto con las de Céltigos y los castillos de Canedo y San Xurxo, edificados
          para defender el territorio: «Dónala D. Bermudo para sustento de los clérigos
          que sirven en la Iglesia apostólica, para socorro de los pobres y hospedaje
          de los peregrinos y extranjeros».
            Junto con el territorio de Carnota, que comprendía toda la parte costera desde


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