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                                   23.- Libros de texto


                  A pesar de la diversidad de fuentes y materiales de lectura, seguro que los alumnos
                  leerán  con  mayor  asiduidad  textos  de  otra  clase:  los  llamados  libros  de  texto  o
                  manuales de cada asignatura, estructurados en lecciones o unidades, y que pueden
                  incluir  algunos  ejercicios  prácticos.
                  Estos textos tienen unas características
                  concretas      y      constantes:      son
                  exposiciones     objetivas    y   neutras,
                  escritas  en  variedad  estándar  y  con
                  léxico preciso, sobre temas curriculares
                  de  cultura  general  (historia,  geografía,
                  lengua, física, matemáticas, etc)

                  Por otra parte, la manera de leer estos
                  textos  es  sustancialmente  diferente.
                  Puesto  que  el  contenido  es  el
                  conocimiento que los alumnos deben adquirir en cada asignatura, suelen leerse de
                  forma  reflexiva  y  meticulosa,  retrocediendo  a  menudo  y,  en  muchos  casos,
                  memorizando la información o incluso son capaces de recordar todos los conceptos
                  que aparecen en el texto, o incluso pueden recitar fragmentos extensos, pero no
                  necesariamente han comprendido el significado del texto, ni lo han integrado en su
                  red personal de conocimientos previos. Es decir, según los psicólogos, en este caso
                  no  se  daría  un  aprendizaje  significativo,  los  alumnos  no  habrían  construido  su
                  significado. Hay que tener en cuenta que las propuestas didácticas de os libros de
                  texto y la dinámica que los maestros imprimen a las clases no siempre consiguen
                  modificar este hábito de lectura y estudio. Los primeros, en el mejor de los casos,
                  acompañan la exposición teórica con unas preguntas finales, muy parecidas a las
                                                                       de  la  lectura  inicial  de  este
                                                                       capítulo.  Los  segundos,  con  la
                                                                       voluntad  de  que  los  alumnos
                                                                       aprendan  nuevos  conceptos  e
                                                                       informaciones,      fomentan      la
                                                                       lectura memorística y superficial,
                                                                       haciendo  preguntas  orales  al
                                                                       alumno sobre la lección.

                                                                       Precisamente  la  mejor  manera
                                                                       de romper este círculo vicioso es
                  aplicar propuestas de comprensión lectora a estos textos. En vez de pedir al alumno
                  que estudie un texto para la clase siguiente, en la que se hará un examen, se le
                  puede pedir que haga un esquema, que subraye las ideas principales, que ordene
                  los  párrafos,  que  anticipe  las  ideas  a  partir  del  título,  etc,  o  cualesquiera  otras





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