Page 106 - selim
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danza,   aunque   era  muy   popular  en  su  país.
               Pero como a Zuffu     nada le parecía demasiado
               difícil  para intentarlo, estudió con atención  los
               gestos  que   hacía  Selim  y  después  empezó a
               imitarlos. Al final,  emborrachado por lo alegre
               del  ritmo,  se  puso a  bailar también  él.  Selim
               apoyó   su  mano   sobre   el  hombro   de  Zuffu,
               como   era  la  costumbre,   y  Zuffu  colocó  tam-
               bién  la  suya  sobre  el  hombro  de  Selim.  Los
               dos,  más  como   hermanos que como amigos,
               bailaron  hasta  agotarse   bajo  el  soi  ardiente
               del mediodía.



               Dispersas    a  lo  largo  del  cerro,  las  cabras
               blancas   habían  dejado   de  pastar  y  volvieron
               sus  cabezas   hacia  el  viejo  pastor  que  tocaba
               la  flauta  y  hacia  los  niños  que  bailaban  al
               compás.
























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