Page 123 - selim
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—¡Qué    tardísimo   es!  -se  lamentó-.   He  dor-
          mido demasiado.



          Desayunó    rápidamente y se fue a     las  colinas.


          Había trazado cuidadosamente en       su  cabeza  el
          camino   que  le  había  traído  hasta  el  pueblo  el
          día anterior, y ahora seguía el borde de un trozo
          de  su  pastel  imaginario.  Para  no  olvidarse  de
          ningún árbol, tenía que recorrer el mismo cami-
          no y después continuar dando      la vuelta  al  lago
          Sapanca.   Es decir, empezar el segundo corte.


          Este  día  fue  aún  más  penoso   que  el  primero
          porque su cansancio se sumaba        al del  día an-
          terior.  Volvió  a  arañarse  las  piernas  con  los
          afilados  carrizos y otra  vez  se  pinchó  las  pan-
          torrillas con  los  cardos.  Necesitó  un  día ente-
          ro  para  revisar  no  más  de  doce  árboles,  tan
          distantes se encontraban     unos de otros.


          Entre tanto,   la  carta  se  cayó  debajo  de  la  ca-
          ma y Zuffu    tampoco   la vio  aquella  noche.  Ya
          estaba   dormido   cuando    llegó  Selim,  y  al  le-
          vantarse éste a   la  mañana siguiente, Zuffu    no
          se  había  despertado   todavía.  De  manera   que
          durante   tres  días  enteros  estuvo  sin  enterarse
          de  la  noticia  que tanto  había  alegrado a  Selim.


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