Page 122 - selim
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por  los  montes.  Estaba  muerto   de  cansancio
              y  durmió  de  un  tirón,  sin  esperar  siquiera  la
              vuelta de Selim.  Cuando éste llegó a    la casita
              donde se hospedaban,      encontró   una carta de
              su  padre  que  le  dio  una  alegría  enorme.  Lla-
              mó a su amigo:



              —¡Zuffu!   Ven,   mira:  tengo  una  carta  de  mi
              padre. ¡Zuffu!



              Pero Zuffu   no  le  oía.  Al  ver  Selim  lo  dormido
              que  estaba,  se  guardó  la  carta  en  el  bolsillo,
              pensando   que   ya  tendría  tiempo  para  contar-
              le la noticia al día siguiente.



              Pero  cuando   Selim   se  levantó  al  amanecer,
              Zuffu  seguía  profundamente     dormido.   «¡Qué
              cansado está!»,    pensó.  Le dejó  la  carta  al al-
              cance  de  la  mano y se  marchó corriendo.    Es-
              taba  un  poco  avergonzado    porque   había  ele-
              gido  el  trabajo  más  fácil,  y  pensó  proponerle
              a Zuffu que se cambiaran     las tareas.



              Zuffu se despertó al poco tiempo.     Cuando vio
              el  sol  dando  de  lleno  en  la  calle  del  pueblo y
              escuchó el   cacareo de   las gallinas y  los mugi-
              dos de los búfalos,   dio un salto y se levantó a
              toda prisa, sin ver siquiera la carta.


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