Page 160 - selim
P. 160

Después    levantó  su  pesado   martillo,  descar-
               gó  un fuerte  golpe  sobre  el  buril y el  mármol
               se  rajó  justo  hasta  donde  tenía  que  cortarse.



               Aixa  no  estaba  en  su  casa.  Sólo  encontraron
               una  hermosa    gata  rubia  muy   mansa   que  se
               frotaba  contra  sus  piernas  con  visible  gusto,
               como   si  les  dijera:  «Yo  soy  la  encargada  de
               recibir  las visitas  mientras  mi  ama  está fuera.
               Miren   ustedes   mi  buena  educación,   jovenci-
               tos;  les estoy saludando. Ahora    les toca a  us-
               tedes  hacerme    una  caricia,  pero  mucho   cui-
               dado con   mi  rabo y con  mis bigotes.»


               Lo mejor era quedarse a esperar allí, acompa-
               ñados   por  una  gata  tan  cariñosa.  De   modo
               que  los  dos  niños  aguardaron  un  buen   rato y
               de pronto se sobresaltaron al    oír  una voz vieja
               y cascada   que  habló detrás de ellos:

               —¡Pero    si  es  el  joven  Selim,  y  este  otro  se-
               guramente es Zuffu, su amigo!


               —¡Aixa!    ¡Cuánto   me  alegro  de  verte!  -gritó
               Selim.


               Su cara relucía de contento.


               —Dime,    ¿tienes ya muchos collares?


               166
   155   156   157   158   159   160   161   162   163   164   165