Page 19 - selim
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Y esta vez era él quien suspiraba. ¿Cómo se-
ría la voz de su hija Semra? Tenía que ser
muy dulce, seguro, y clarita como el agua del
manantial.
Entonces perdió de vista a Selim, que dobla-
ba la esquina de la calle llevando en el cajón
que se sujetaba debajo de la jaula de Yazi las
papeletas rosadas y azules con frases para
alegrar a las gentes. Pero allí no había alegría
alguna para Mustafá, el aguador.
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