Page 17 - selim
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Mustafá   enjuagó   una  taza  con  agua  de  otro
          bidón  que  llevaba  colgando    de  la  cintura  y
         después la llenó de agua de regaliz.


         —Anda, bebe, muchacho...



          Selim  bebió  con  un  suspiro  de  satisfacción.
          Después,   dando otro   suspiro,  pero  de  remor-
         dimiento esta vez, se llevó la    mano al bolsillo.


         —No, no -dijo Mustafá-.     Guárdate tu moneda.


          —¿Quieres     sacar  una  papeleta,   entonces?
         -preguntó Selim.


          —No,    muchacho,    no...  -respondió   Mustafá
          acariciando   la  cabeza   de  Selim   amistosa-
          mente-. Yo estoy contento con      mi suerte;   no
          me falta  la alegría. Tu conejo blanco no podría
          darme nada más.


          —Bueno,    pues   entonces...   ¡muchas   gracias,
          Mustafá!   -dijo  Selim-.  Creo  que   ni  siquiera
          Yazi  me  podría  haber  dado  una  alegría  como
          la tuya con tu vaso de refresco.



          Recogió   la  jaula  que  había  dejado  en  el  suelo
          para beber más a gusto y se marchó.


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