Page 91 - selim
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tenga  el  corazón tan duro como dice    la gente,
          Vamos, voy a presentaros al rebaño.



           Los  dos  chicos  siguieron  a Ahmet,   que  baja-
          ba la ladera a largas zancadas.

          —¡Pues    no  eres  tan  viejo!  -exclamó  Selim-
           Por lo menos,   andas muy deprisa.



          Ahmet se volvió, sonriendo:


          —Muchas      veces   no  basta  con  andar -dijo-.
          Con   frecuencia  hay que   correr.  Y,  ¡caramba!,
          correr ya  no es lo mismo...


          —¿Es    que  se  te  escapan  muy a   menudo    tus
          animales? -preguntó Zuffu,      siempre   práctico.


          —No,    por  suerte.  El  rebaño  está  conducido
           por aquel  gran  macho cabrío que veis allí.  Él y
          yo somos buenos amigos y me ayuda a         mane-
          jar a  las  hembras  y a  las  crías.  Pero  a  veces
          ocurre que una cabra se asusta. Y, además,      las
          cabras   son  bichos  muy   caprichosos.   A  algu-
           nas, a veces, pueden darles ataques de locura.


          —¡Qué     bonitas  son!  -dijo  Selim  a  la  vez  que
           hundía  las  manos  en  el  espeso  pelaje  de  uno
           de aquellos animales.




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