Page 87 - selim
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cho  que  me vayáis a    servir.  Por  lo  pronto,  de
         vosotros   dos,  uno  sobra,  eso  seguro.   Y  lue-
         go,  ya  sé  cómo  sois  los  chiquillos.  A  lo  más
         que   llegáis  es  a  asustar  a  las  cabras,  pero
         guardarlas...,  ¡eso es otra cosa!


         —No    las  asustaremos,     señor  -aseguró    Se-
          lim-.  Seguiremos   al  pie  de  la  letra  los conse-
         jos de Ahmet,    el pastor.

         —Bueno,     eso ya se verá -dijo Rahmi.


         —¿Cuánto     vamos    a  ganar?  -preguntó   Selim
         con timidez.


         —¿Que     cuánto  vais  a  ganar...?  ¡Pero  bueno!
          Demostradme      primero   lo  que  sois  capaces
          de  hacer y hablaremos del asunto el     domingo
         que viene.



          Selim  era  muy  poco   lanzado  en  ese  tipo  de
          discusiones,  y  miró  a  Zuffu  con  aire  de  inte-
          rrogación.  ¿Por qué no intervendría él?


         —Encontraréis a Ahmet con        el  rebaño al otro
          lado  del  cerro  -dijo  Rahmi-,  porque   él  está
          trabajando  desde   el  amanecer.   Tendréis  que
          salir  de  la  cama  más  temprano   de  ahora  en
          adelante, muchachos.


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