Page 79 - El toque de Midas
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2008, Lehman se declaró en bancarrota. Ha sido la quiebra más grande de la historia.


  Sé fiel a ti mismo

  He compartido contigo los desafíos que enfrenté con la industria de los servicios financieros porque
  quiero motivarte a que seas fiel a ti mismo. Créeme que no fue sencillo para mí renunciar a cuatro

  millones de dólares que me habrían dado por anunciar fondos mutualistas. Tampoco fue fácil afirmar:
  “Tu  casa  no  es  un  activo”.  No  fue  fácil  predecir  la  mayor  caída  del  mercado  de  valores  en  la
  historia. Tampoco fue sencillo decir, junto con Donald, que la clase media estaba desapareciendo
  debido a nuestro gobierno y a su incompetencia financiera. No fue fácil decir, en televisión mundial,

  que  la  crisis  financiera  todavía  no  había  terminado  y  que  Lehman  Brothers  estaba  al  borde  del
  colapso.
        Pero si no lo hubiera dicho y realizado las acciones correspondientes, no habría sido fiel, ni a
  mí mismo, ni a mi marca. Seguramente ya te diste cuenta de que Donald también respeta su marca. Al

  entrar  a  sus oficinas de Fifth Avenue, en Nueva York, uno nota de inmediato que son parte de la
  marca. Donald Trump no se disculpa por ser quien es, ni por lo que representa. Tú tampoco debes
  hacerlo.
        La mayoría de los empresarios fracasan al tratar de convertir sus negocios en una marca, porque

  creen que el dinero es más importante que ésta. Casi todos te dirán lo que esperas escuchar, con tal
  de agradarte y de comprar sus productos o servicios.
        Pero  se  necesita  mucho  valor  para  ser  una  marca.  Se  requieren  muchos  bríos  para  defender
  aquello en lo que crees, aun cuando a mucha gente no le agrade. Si quieres ser una marca, recuerda

  que no puedes satisfacer a todos.


  Únete al Cuerpo de Infantería de Marina

  A finales de la década de los sesenta, el ejército de Estados Unidos necesitaba pilotos para la guerra
  de Vietnam. La gente se enteró de que los servicios armados organizarían una reunión mixta para
  reclutar  a  posibles  pilotos.  Tres  de  mis  amigos  y  yo  asistimos  a  aquella  reunión  en  Long  Island,
  Nueva  York,  para  escuchar  a  los  representantes  de  las  distintas  ramas.  Cada  uno  trataría  de

  convencernos de unirnos a la entidad que representaba.
        El primero en hablar fue un piloto de la Fuerza Aérea. Se dirigió a varios cientos de jóvenes
  universitarios y explicó que la Fuerza Aérea contaba con el mejor entrenamiento y las aeronaves más

  sofisticadas. También nos mostró fotografías de las hermosas bases de la institución, con campos de
  golf y albercas. A mí me dio la impresión de que nos estaba tratando de vender un nuevo desarrollo
  turístico en lugar de un entrenamiento para llegar a ser pilotos.
        Luego siguió el piloto de la Marina. Nos habló de la emoción de volar en un portaaviones. Fue
  adrenalina pura.

        El  piloto  de  la  Armada  habló  de  enormes  helicópteros  de  transporte  en  Vietnam.  Incluso
  mencionó la nave conocida como Sky Crane. Nos mostró fotografías de varios de estos helicópteros
  levantando tanques por encima del campo de batalla.

        El piloto de la Guardia Costera compartió varias anécdotas acerca de cómo había salvado vidas
  en el mar con su helicóptero. También nos mostró fotografías, pero en esta ocasión, eran de gente
  cuyos botes naufragados eran levantados por los confiables helicópteros de la Guardia Costera.
        El último en participar fue el piloto del Cuerpo de Infantería de Marina. Se puso de pie y todo
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