Page 146 - Luna de Plutón
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                                     EL PLAN DE CADAMAREN





       Tras  el  planetario  de  Jumbo  Jumbo,  cuyo  gran  telescopio  dorado  brillaba  en
  millares de destellos, gracias a la luz parpadeante que emitían las altas y cónicas torres

  de  fantasía  donde  el  sol,  que  era  apenas  una  azuleja  estrella  fugaz,  se  asomaba,  la

  oficina de Cadamaren se hallaba suspendida entre cuatro torres. Ahí tenía una visión

  panorámica  de  todo  su  parque,  que  se  extendía  en  cuadros  de  luces  por  todo  el
  horizonte,  como  si  fuese  una  metrópolis.  La  comitiva  de  filántropos,  que  eran  los

  segundos en controlar el parque, y estaban a sus órdenes, se habían retirado. Todos le

  tenían un especial temor al magnate; la riqueza de cada uno de ellos era literalmente
  platónica, pues a decir verdad, se trataba, ni más ni menos, de pequeñas partes de la

  fortuna misma de Cadamaren, distribuida en diferentes cuentas. Si a él le daba la gana,

  podía retirar todos los ahorros de estos seres y criaturas y dejarlas en la calle, por lo

  que era acertado decir que, los ejecutivos, no eran más que esclavos que hacían lo que
  él mandaba. Abogados, gerentes, e incluso legisladores que eran capaces de colocarlo

  todo a los pies del terrible plutarca.

       Mojo  Bond  estaba  sentado  en  una  extraña  silla  mecedora,  con  sus  redondeados

  zapatos negros colgando al ras del suelo, mientras que Cadamaren, desde su enorme
  asiento con respaldo alto y ancho, revolvía varios documentos holográficos sólidos,

  entre los que se encontraban fotos de Iapetus e Io.

       Estaban  todos  los  preparativos  ya  listos  para  emprender  un  viaje  a  Neptuno,  el
  próximo destino del ricachón.

       —¿Está preocupado, jefe?

       —¿Preocupado de qué?
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