Page 203 - Luna de Plutón
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decía mucho más que todas las palabras juntas. Kann no podía hablar, pero tampoco
lo necesitaba.
—Hola, viejo… Lo siento tanto, créeme que lo siento. Tú me dijiste que no entrara
en este combate y tenías razón. Oh, por dios —musitó, mientras sus ojos amarillos se
hacían más húmedos, y temblaba.
Los doctores se movían por todos lados intentando salvar a los heridos más
críticos, pero extrañamente, todo estaba silencioso.
—Pero yo estoy tan enojado… Contigo muerto, me queda todavía menos por lo
que vivir, y si te vas a morir, vete sabiendo que lo has hecho muy bien, Kann, lo has
hecho todo muy, muy bien. Gracias, y perdóname.
Kann sonrió una vez más, y sus ojos se dejaron de mover, para centrar su mirada
en la de Panék. Sus cejas blancas se relajaron lentamente. Sus ojos se cerraron, y dejó
de vivir. Panék recostó la cabeza al borde de la camilla, apretando los dientes. Desde
atrás, podía verse cómo su espalda temblaba, sumergido en un llanto silencioso.
—¡SHAH! ¡SHAH! —gritó con desespero la voz de un soldado, que corría,
tropezando con el marco de la puerta—. ¡LOS OGROS! ¡SE PREPARAN PARA
DISPARAR OTRA VEZ!