Page 200 - Luna de Plutón
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—Levántate, Shah —ordenó Degauss, poniéndose de pie—. Levántate porque
eres el líder de esta nave, y esta es la batalla que has elegido pelear con Metallus. El
elfo no se inmutó, siguió ahí, de rodillas, apretando esta vez los puños con tal
intensidad, que sus brazos empezaron a temblar.
—¡Levántate o juro que traigo a tus hijos aquí para que vean cuán cobarde es su
padre!
—Yo no sé si mis hijos están vivos —musitó con firmeza.
Rockengard observaba con atención a La Anubis, que estaba ladeada, sin mostrar
signo de vida alguno.
—Parece un barco fantasma.
—¡Aun así el remedio no fue tan malo como hubiese sido la enfermedad! ¡De
haberlos alcanzado el torpedo estarían mucho peor!
—En eso estoy de acuerdo contigo, Metallus.
El rey de los ogros se levantó de su silla, su imponente armadura lo hacía ver
como el regente de todo el Sistema Solar. Toda la tripulación lo siguió con la mirada
hasta que se detuvo frente a la pantalla principal.
—¡Es hora de darles el golpe de gracia!
Panék rengueó hasta el elevador de repuesto que reemplazaba al turbo-ascensor,
los elfos con uniforme amarillo y negro que entraban dentro de la cabina se hacían
cargo de los heridos.
—¡Shah, venimos a ayudar o a reemplazar, si es necesario, ordene usted!
—¿Cómo está todo allá abajo?
—No puedo decirle que muy bien, señor, hay mucha conmoción. Nosotros, por
suerte, estábamos en una sala cerrada cuando ocurrió todo, estamos haciendo
reparaciones de última hora, también…
—¿Cómo están mis hijos? —lo interrumpió—. ¿Cómo están Hathor, Pisis y
Tepemkau?
El oficial se dio media vuelta, y asomó medio cuerpo por el resquicio del ascensor.
—¡El Shah quiere saber cómo están sus hijos! —gritó a una pequeña tropa que
estaba apostada abajo, todos viendo al unísono hacia arriba.
Panék se dio media vuelta para inspeccionar cómo había quedado toda la cabina